martes, 26 de febrero de 2008

Ejerzamos los demócratas nuestro derecho al voto.

NÁYADE URRERO. El plural.com
Ante la inminencia de las próximas elecciones generales del día 9 de marzo, día en que los españoles elegiremos al nuevo Gobierno de la nación y a sus representantes políticos, es imprescindible que los ciudadanos demócratas nos hagamos algunas reflexiones cruciales de cara al futuro de nuestra democracia.
Nunca hasta ahora en la breve historia de nuestro Estado democrático había sido tan imperativo que, ante unos comicios, los ciudadanos tengamos que cuestionarnos seriamente lo que puede ocurrir tras las elecciones. Nunca hasta ahora –salvo el golpe militar frustrado del 23 de febrero de 1981- el sistema democrático que, aunque imperfecto, garantiza un mínimo de libertades públicas y civiles a los ciudadanos, había estado tan gravemente en peligro.
Fanatismo. Durante los últimos cuatro años de Gobierno socialista, todos hemos sido testigos del creciente fanatismo y de la progresiva radicalización de la derecha española hacia ámbitos intolerables de extremismo y de asentamiento en posturas antidemocráticas que ponen en peligro la España libre y solidaria que la mayoría queremos.
En peligro. La indecencia con la que la derecha española ha propagado calumnias y falsedades respecto al Gobierno, la pasividad con la que se ha dejado adulterar por el radicalismo de los obispos, la constante manipulación de sus medios de comunicación a favor de sus postulados, la continua alianza con facciones de la extrema derecha heredera de la dictadura franquista, la constante vulneración de las libertades democráticas, su evidente y descarada simbiosis con la Iglesia Católica, el irrespeto a las reglas democráticas y al espíritu solidario que debe reinar en cualquier Estado de Derecho, el menosprecio al grave problema del cambio climático, la enorme corrupción urbanística en aquellas comunidades autónomas gobernadas por el PP, la guerra abierta mantenida contra los valores democráticos de la enseñanza, etc., etc., son todas evidencias claras de un fundamentalismo político e ideológico que pone en serio peligro la continuidad de los valores democráticos en nuestro país.
Pueden volver. Independientemente de ideologías y posturas políticas concretas, la inmensa mayoría de los españoles queremos vivir en democracia y con las garantías constitucionales de las libertades y los derechos fundamentales contemplados en nuestra legislación. La abstención, el no votar, puede posibilitar que vuelvan a gobernarnos los herederos ideológicos de aquéllos que nos tuvieron durante cuarenta años en cruenta dictadura.
Deriva radical. El totalitarismo actual del PP, en alianza íntima con el fundamentalismo católico y los sectores más radicales de la extrema derecha, puede dañar seriamente el progreso democrático en este país. En este momento histórico el PP ha dejado de ser el partido de centro-derecha que creíamos que era; es más que evidente que el PP hoy en día representa a los sectores radicales que no quieren una España en libertad y tolerante.
Hay que votar. Es importante votar, es muy importante no dejar terreno libre a los que atacan las libertades. Cuarenta años de nacional-catolicismo fueron suficientes para que los españoles no queramos más de todo aquello. La abstención les beneficia a los que buscan acabar con los derechos y las libertades en beneficio propio. No dejemos que decidan por nosotros.
Hay que seguir avanzando. España se merece seguir avanzando en el progreso de una sociedad cada vez más justa, más laica, más libre y más próspera. No dejemos que acaben con la esperanza de una España mejor. Ejerzamos los demócratas nuestro derecho al voto. En estas elecciones es más importante que nunca en los últimos treinta años.
Náyade Urrero es doctora en Sociología y Humanidades.

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